Época: Euro-mun 1700
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
Europa y el Mundo en 1700

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

A comienzos del siglo XVIII no se ha producido todavía la masiva emigración de europeos que buscan poblar los grandes espacios semidesiertos de ultramar. Y, como decíamos páginas atrás, excepto por la relativamente importante presencia de españoles y portugueses en América central y del sur, apenas hay colonias de poblamiento de franceses, ingleses, holandeses, daneses y alemanes, fuera del Viejo Mundo. Pero la presencia de enclaves europeos, fundamentalmente de países ribereños del Atlántico, en las costas de todos los continentes es abrumadora. En los litorales de los océanos Índico, Pacifico y Atlántico se suceden las factorías comerciales o los fuertes militares que les permiten, gracias a una enorme superioridad tecnológica naval y militar, dominar el comercio del territorio en cuya costa se asientan. Usando de la fuerza de sus armas o practicando hábil y maquiavélicamente la política del divide y vencerás sobre los pueblos indígenas, los europeos se hacen con materias primas, o esclavos, que transportan en sus cada vez mayores y más rápidos barcos hacia los centros fabriles y comerciales de Europa, y hacia las grandes plantaciones de algodón, tabaco y azúcar de América.
Es verdad que los pueblos con los que se encuentra este europeo están en diversos estadios culturales y políticos, de la misma manera que no podemos olvidar que gran parte de Europa, la Europa interior y oriental, está todavía muy alejada del nivel de vida y de desarrollo político-social que han ido adquiriendo durante los dos siglos anteriores los países ribereños, en especial los que se asoman a la fachada atlántica. Sin duda, es África la región más deprimida. Con la excepción del Maghreb, Libia y Egipto, por otra parte enemigos de la Europa cristiana y que gozan de un nivel de vida no muy diferente del de los otros pueblos mediterráneos, el semidesértico Continente africano está prácticamente aislado del resto del mundo y sus pobladores tienen unos niveles técnico y organizativo que no les permiten hacer frente a la abrumadora superioridad de los blancos que se sitúan en la costa. El amplísimo mundo asiático ofrece en estos años centrados en torno a 1700 una gran variedad de situaciones y realidades; así, la relativa prosperidad de China y Japón (abiertos al contacto con los europeos, pero a punto de encerrarse en sí mismas en la segunda década del siglo XVIII) contrasta con la decadencia de Persia y de los principados de la India. En conjunto, frente a una emergente Europa no le podía oponer gran resistencia prácticamente ningún pueblo africano, asiático o americano. Y comienza, entonces, el siglo colonial por excelencia. Ese siglo de la Ilustración, de las Luces en Europa al que define, también, una gran sombra; el trato que los europeos dieron al resto de los hombres. "El imperialismo de la Europa del siglo XVIII tuvo algunas características abominables. Fue cruel, cínico y voraz. Unía el egoísmo a la insensibilidad para los sufrimientos de otros pueblos, repugnada no sólo por el mejor pensamiento de nuestra época, sino también por el del siglo XVI". (Parry). Los escrúpulos manifestados por algunos europeos durante los siglos XVI y XVII ante la conquista y explotación de los pueblos no europeos, ya no tiene cabida en la orgullosa Europa del XVIII.